jueves, 27 de septiembre de 2012

Decidí abrir este blog para relatar día tras día las consecuencias de ser joven, no pertenecer a ninguna agrupación política y trabajar en el Estado.
Soy abogada, tengo mas de 30 años y trabajo hace 9 años en un organismo de la administración publica nacional. Empecé allí siendo estudiante. He visto muchas cosas...pero lo que ocurre desde hace unos meses nunca lo imagine ni lo escuche entre las anécdotas de los mas veteranos.
Hace casi tres años que tengo un cargo para mi importante en la estructura del organismo. Utilizar el verbo tener es bastante complicado actualmente.
Un día se sentó en un escritorio un okupa...alguien que comenzo a usurpar un cargo que no le correspondía y sin tener el nombramiento correspondiente. Esta irregularidad nunca fue subsanada. Allí estaba el....con la única cualidad de pertenecer a la agrupación política del momento. Ese día comenzó mi calvario...ese día cambio mi vida.
Poco tiempo después de su arribo comenzó su hostigamiento, primero con reiterados mails y llamados sobre el mismo tema, buscando evidenciar un supuesto incumplimiento de mi trabajo, con amenazas encubiertas a fin de lograr someterme a sus caprichos. Al comienzo no me daba cuenta de la situación que ocurría, pensaba que era una persona ansiosa y por eso actuaba así. Trataba de justificar su accionar hasta a veces culpándome de sus reacciones. Pero con el paso del tiempo, y al contrario de lo que yo pensaba, fue aumentando sus malos tratos, sus persecuciones y sus acosos hacia mi persona. Muchas veces me sentí agobiada, perdida, y con miedo por perder mi fuente de trabajo. Le ordenaba a todos mis compañeros que me aislaran laboralmente.
Pero esto era el principio...pronto comenzaron a llegar más y más y más. Se multiplicaban...salían de todos lados...copaban todos los lugares, hasta que todos mis superiores pertenecían a la misma agrupación. Quiero aclarar que no milito en ningún partido. Solo soy una ciudadana que le interesa su país y que los argentinos vivamos seguros, en paz y dignamente.
Todos los días volvía llorando a mi casa, me sentía indignada, asustada, vigilada. Hasta el contenido de mi computadora y de mis mails espiaban. Todo como si fuera un peligro para la institucion, para el modelo, para el país.
Nunca me dieron la oportunidad de contar a mis superiores la situación que yo sufría, nadie respondía mis llamados, ni mis mails ni mis pedidos de audiencia. Así aumentaba mi angustia y mi ansiedad.
Me fueron separando una a una de todas las actividades que venia desempeñando, dejándome formalmente la conducción pero en los hechos sin ningún tipo de intervenciones. Esto aumentaba mi grado de stress ya que las responsabilidades seguían siendo mías y yo me veía obligada a firmar actuaciones en los cuales nadie había escuchado mi opinión ni mis advertencias, arriesgándome a consecuencias graves para mi persona.
La desesperación aumento con el dictado de dos circulares que ordenaban que no correspondía el ingreso de trámite alguno sin haberse acreditado la existencia de un interés legítimo por parte del solicitante de información obrante en el Organismo. Cuando intente reunirme o preguntar las directivas en relación a ellas nadie me respondió ni accedió a reunirse conmigo, obligandome así a denegar información publica con un criterio arbitrario sin ningún tipo de aval.
Así llegue a un nivel de stress y de angustia nunca antes vivido, cada día me costaba muchísimo ingresar al trabajo, sentía que me ahogaba, que me iba a morir ahí adentro, me confundía constantemente y sentía que no servía para nada. Comenzó a repercutir en mi salud con alergias constantes, contracturas, mareos, fluctuaciones en el peso, entre otros. Hasta que un día me retire de la oficina con una crisis nerviosa producto de estos malos tratos cotidianos. Fui a un centro de la obra social, atendiéndome un psiquiatra de guardia quien me diagnostico trastorno de ansiedad con recaída aguda, indicándome reposo  recentándome dosis de clonazepan. Me encuentro de licencia actualmente y en tratamiento ya que los síntomas no disminuyen como tampoco la angustia y la ansiedad, empezando a notar las secuelas del acoso sufrido por mas de 6 meses, sintiéndome inferior, costándome relacionar socialmente con mis pares. Me cuesta concentrarme, pienso que la gente va a denigrarme continuamente  y tengo miedo de quedarme sin trabajo.
Aun de licencia el acoso continua, ya que nadie se comunico conmigo para enterarse de mi estado ni siquiera por intermediarios y siguieron con sus conductas de aislamiento. Repartieron las pocas funciones que me quedaban a cargo de otras personas quienes ya se encuentran dando nuevas directivas y cambiando circuitos con planes a largo plazo. Por otra parte, se le dio el traslado a todo el personal que se desempeñaban en el area a mi cargo (secretaria, asesores, etc) y en el espacio físico donde desempeñaba mis funciones ubicaron dos nuevas áreas. Nadie responde el teléfono, nadie contesta los mails ni se encarga del despacho diario de exptes. Pero mas grave es aun que también trasladaron el mobiliario de mi despacho en el cual había efectos personales míos, sin mi consentimiento y sin que pueda retirar los mismos.
En síntesis, si bien en la estructura vigente existe mi cargo, en la realidad de los hechos no tengo funciones, ni espacio físico, ni personal a cargo, ni si quiera escritorio ni efectos personales. Todo fue despojado.