jueves, 18 de abril de 2013

Hoy fue mi primera marcha....y me emocione al ver al cantidad de gente. Nadie tenia miedo..los locales permanecían abiertos...Había chicos, adultos, jóvenes, gente de traje, amas de casas, trabajadores, jubilados, la sociedad toda. La gente quería que se vieran sus carteles, que se escuchara su voz, la gente pedía basta de corrupción, seguridad, basta de tanta impunidad. Eran filas y filas de personas y yo no podía contener mis lágrimas. Todos marchaban hacia el obelisco, hacia la plaza de mayo, todos querían ser escuchados. La cámpora estaba presente...nadie los quiere. Por primera vez en mucho tiempo no me sentí sola...sentí que miles de argentinos sufrían lo mismo que yo. Hoy mas que nunca BASTA!!!
HOY SOMOS TODOS MAS QUE NUNCA ARGENTINOS!!!
Estoy indignada...mis compañeros siguen padeciendo los atropellos de los okupas. A algunos los invitan "amablemente" a irse...a otros los amenazan..a otros los trasladan a otros organismos por razones de servicio. De hecho esto ultimo le paso a un amigo mio...desde la semana pasada que esta notificado a otra área del Ministerio de Justicia...y esta sentado en la biblioteca ya que no le asignan ni tareas ni espacio físico. Es necesario denigrar tanto a la gente. Es necesario hacer sufrir tanto. En que se basan?
Por otro lado, abundan los casos de lavado de dinero...y el fiscal de la causa pide informes a la IGJ. Todavía me estoy riendo. Les van a entregar lo que quieran. Hoy mas que nunca digamos BASTA!!!

viernes, 5 de abril de 2013

Esto tambien pasará

Hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la corte:
- Me estoy fabricando un precioso anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes posibles. Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación
Todos quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos; podrían haber escrito grandes tratados, pero darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar en momentos de desesperación total...
Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían encontrar nada.
El rey tenía un anciano sirviente que también había sido sirviente de su padre. La madre del rey murió pronto y este sirviente cuidó de él, por tanto, lo trataba como si fuera de la familia. El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también lo consultó. Y éste le dijo:
-No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje. Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una ocasión me encontré con un místico. Era invitado de tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio este mensaje –el anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey-. Pero no lo leas –le dijo- manténlo escondido en el anillo. Abrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación-
Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino. Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos lo perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran numerosos. Llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida: enfrente había un precipicio y un profundo valle; caer por él sería el fin. Y no podía volver porque el enemigo le cerraba el camino. Ya podía escuchar el trotar de los caballos. No podía seguir hacia delante y no había ningún otro camino...
De repente, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso:
Simplemente decía “ESTO TAMBIEN PASARA”.
Mientras leía “esto también pasará” sintió que se cernía sobre él un gran silencio. Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a poco dejó de escuchar el trote de los caballos.
El rey se sentía profundamente agradecido al sirviente y al místico desconocido. Aquellas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió a ponerlo en el anillo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. Y el día que entraba de nuevo victorioso en la capital hubo una gran celebración con música, bailes... y él se sentía muy orgulloso de sí mismo.
El anciano estaba a su lado en el carro y le dijo:
-Este momento también es adecuado: vuelve a mirar el mensaje.
-¿Qué quieres decir? –preguntó el rey-. Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida.
-Escucha –dijo el anciano-: este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas; también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te sientes victorioso. No es sólo para cuando eres el último; también es para cuando eres el primero.
El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: “Esto también pasará”, y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, pero el orgullo, el ego, había desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Se había iluminado.
Entonces el anciano le dijo:
-Recuerda que todo pasa. Ninguna cosa ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas.

miércoles, 3 de abril de 2013