sábado, 29 de junio de 2013

29 de junio de 2013

Hace 20 días que salio la nota en la Nación donde pude contar la persecusion y la tortura que sufrí por varios meses. Tuve mucho miedo. No por mi, sino por la gente que quiero. Ya estoy muy cansada. En esta etapa del camino he visto gente que creía amiga, convertirse en enemiga. He visto gente que se alejaba de mí como si tuviera una enfermedad contagiosa. He visto gente que intento usarme (y de hecho lo consiguió). Pero también he visto mucha gente que trató y trata de ayudarme. Gente que aparece (o reaparece) en esta parte del camino para colaborar y eso me hace sentir muy bien.
Esta semana fui a declarar a Comodoro Py. Eso es lo que sucede cuando alguien se anima a hablar de casos de corrupción. Empieza una nueva peregrinación...ahora por la justicia penal. Lo que más me llamó la atención de esta experiencia que recién empieza es que después de declarar los funcionarios de la justicia me miraban con algo de lastima y me deseaban suerte. Y yo a ellos. Ambos sabíamos que probablemente tanto mi acción judicial para lograr justicia como las causas por corrupción terminarán en la nada. Y por un momento me imagine que hubiera pasado con la famosa democratización de la justicia....

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